Las cuentas en participación son una figura jurídica utilizada principalmente en el ámbito empresarial como una modalidad de colaboración entre dos o más personas, donde una parte (el denominado partícipe) pone a disposición de la otra parte (el denominado gestor) un capital para que este último lo administre en la realización de un negocio o proyecto. 

El objetivo es compartir los beneficios de un emprendimiento o inversión sin que los partícipes tengan una relación formal de sociedad, por tanto, para el emprendedor no supone dilución alguna. Asimismo, el partícipe no tiene responsabilidad directa sobre la gestión del negocio, y su única obligación es aportar capital. 

Las cuentas en participación ofrecen una forma de financiación ágil y accesible para emprendedores, especialmente en el caso de startups, ya que les permite obtener recursos sin perder el control del negocio. Con este instrumento, un partícipe aporta capital mientras que el gestor se encarga de la administración y operación del proyecto.

Los beneficios y las pérdidas se distribuyen según lo pactado, sin que el gestor tenga la obligación de devolver el dinero invertido si el negocio no genera ganancias. De esta forma, es una opción atractiva para las startups que necesitan financiación sin asumir la carga de intereses o ceder participación en su empresa.

El funcionamiento de una cuenta en participación, mecanismo jurídico regulado en el Código de Comercio, se puede dividir en tres fases o momentos: 

  • Etapa inicial: una persona física o empresa, llamada partícipe, aporta una suma de dinero o recursos materiales a otra persona o empresa (el gestor) para que este administre ese capital para el desarrollo de un proyecto o modelo de negocio. 
  • Etapa intermedia: durante esta etapa el gestor se encarga del desarrollo del negocio, sin que los partícipes estén involucrados directamente en la toma de decisiones o en las operaciones diarias. No obstante, el gestor llevará un reporting del proyecto para cumplir con el derecho de información de los inversores o partícipes.
  • Etapa final: en esta etapa se determina si el proyecto ha sido exitoso y ha generado beneficios o por el contrario ha generado pérdidas. Los beneficios generados por el negocio se distribuyen entre el gestor y el partícipe, según lo pactado en el acuerdo. De igual manera, si el negocio no ha generado frutos, el partícipe asume ese riesgo y, aunque no es responsable de las deudas o responsabilidades del negocio, responde con su aportación inicial ya que el gestor no tiene la obligación de devolverlo. 
Cuentas en participación como método de financiación

Para las startups, las cuentas en participación pueden ser una herramienta de financiación útil debido a las siguientes razones:

  • Flexibilidad: las startups pueden acceder a capital sin tener que ceder participación en la empresa. Esto les permite mantener el control de su proyecto.
  • Riesgos compartidos: al obtener financiación por parte del partícipe y, éste comprometerse con el proyecto, las startups pueden compartir los riesgos, lo que les proporciona un mayor margen de maniobra y reduce el impacto negativo en caso de fracaso. 
  • Financiación libre de intereses: las cuentas en participación suelen ser una fuente de financiación que no implica la obligación de pagar intereses. El partícipe solo obtiene beneficios si el negocio tiene éxito, lo que puede ser más atractivo para las startups que no desean asumir cargas financieras adicionales.
  • Reducción de los trámites legales: el proceso de establecer una cuenta en participación suele ser más sencillo que los préstamos convertibles, ya que no implica entrega de participación en la empresa. 
  • Confidencialidad: en una cuenta en participación, el partícipe no tiene acceso directo a la gestión del negocio ni a la información interna de la startup, no obstante, sí tiene derecho a un reporting mensual sobre la marcha del proyecto y puede requerir auditorías si así lo pactan las partes. 

Para utilizar este método de financiación, es recomendable que las startups: 

  • Busquen inversores o personas dispuestas a aportar capital para financiar su proyecto, que acepten las condiciones del acuerdo de cuenta en participación.
  • Definan claramente cómo se distribuirán los beneficios, cuál será la aportación de cada parte, y cuál será la responsabilidad de cada uno. Un contrato bien redactado ayudará a evitar problemas legales o disputas futuras.
  • Aunque los partícipes no gestionan directamente el negocio, necesitan estar convencidos de que la startup tiene un modelo de negocio viable y puede generar beneficios. Las startups deben presentar un plan de negocio claro, con expectativas de ingresos, plazos y metas alcanzables.
  • A pesar de que los partícipes no se involucran directamente en la gestión, es importante que la startup mantenga una comunicación abierta y transparente, proporcionando informes periódicos sobre el progreso del proyecto y el rendimiento financiero.

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Es un instrumento útil, no obstante, las startups deben tener en cuenta los siguientes aspectos: 

  • Riesgos: aunque la startup no asume la responsabilidad total de las deudas o riesgos, los partícipes pueden esperar que se cumplan ciertos resultados. La falta de éxito del proyecto puede generar tensiones si los beneficios no son los esperados.
  • Confianza: este tipo de acuerdos se basa en la confianza mutua entre las partes. Las startups deben tener en cuenta que la relación con los partícipes dependerá de la integridad y la capacidad del gestor para administrar bien los recursos.
  • Tratamiento fiscal: las startups deben ser conscientes de las implicaciones fiscales de las cuentas en participación, ya que los ingresos generados y la forma de distribuirlos pueden tener un impacto en las obligaciones tributarias.

Es fundamental contar con una asesoría legal que acompañe el proceso cuando se recurre a las cuentas en participación como método de financiación. Este tipo de acuerdos puede ser una excelente alternativa para startups e inversores, pero, como en cualquier operación financiera, es importante estar bien informado sobre todas las implicaciones legales que conlleva. Una asesoría especializada no solo ayuda a redactar y formalizar el contrato de forma adecuada, sino que también asesora a las partes involucradas sobre los riesgos y beneficios, asegurando que ambas partes comprendan completamente sus derechos y responsabilidades. Así, se minimizan posibles conflictos y se optimiza la operación, lo que es crucial para el éxito del negocio.

En definitiva, las cuentas en participación son una opción interesante para las startups que buscan financiarse sin perder control de su negocio ni recurrir a préstamos convencionales. Sin embargo, es importante que las bases del acuerdo estén claras y bien definidas y que la relación entre las partes esté basada en la confianza y la transparencia. Si se gestionan correctamente, las cuentas en participación pueden ser una fuente eficaz de financiación para emprendedores, permitiéndoles crecer sin las restricciones que suelen acompañar a las inversiones de capital o los préstamos bancarios.

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